El niño estresado
Uno de los trastornos más comunes en pediatría estos días es el estrés. Los niños también se estresan. Múltiples actividades en el día además de la escolaridad, deportes, artes, y el ir de un lado al otro, no dejan tiempo libre para el ocio. Y recordemos que “ocio” es “no hacer nada”…aunque más no sea por unos minutos.
Y esto se manifiesta en el humor, el estado de ánimo, el rendimiento en los estudios, pero también a nivel del organismo. Las cefaleas (dolores de cabeza), los dolores de barriga, la irritabilidad o la depresión, son síntomas de alarma que nos deben hacer pensar que estamos en presencia de un niño sobre-exigido.
En algunos centros de estudios (colegios, escoletas) ya están implementando métodos especialmente pensados para lograr la relajación y la concentración de los niños. El mindfulness es uno de esos métodos. A través de la meditación se les enseña a lograr la calma de la mente, respirando. Así se les van enseñando técnicas que pueden adoptar y practicar durante el resto de sus vidas si así lo quieren.
Uno de los métodos prácticos es el “Bote de la Calma”. Un bote de plástico lleno de un líquido con brillantina de diversos colores en suspensión se utiliza para observar mientras que las brillantinas se van depositando en el fondo del frasco, a modo de los pensamientos, preocupaciones o miedos, que puedo controlar o calmar mientras respiro y calmo la mente.
Preparado del Bote de la Calma:
Un frasco de plástico (unos 500 ml) de boca ancha con tapa a rosca que se pueda cerrar firmemente.
Agua y glicerina o vaselina líquida (partes iguales)
Brillantinas de varios colores, o arena, o lentejuelas (para tener distintos pesos y densidades de manera que se asienten a distinta velocidad)
Práctica:
Nos sentamos alrededor del bote, lo agitamos, y mientras respiramos vamos viendo cómo las brillantinas lentamente algunas, y más rápidamente otras se van depositando en el fondo. Le podemos dar un color a cada sentimiento, rojo a la ira, azul a las preocupaciones, negro al miedo, etc. Siempre respirando hasta que vemos que todos los cuerpos en suspensión se depositan en el fondo. Así es nuestra mente. Y cuando estamos inquietos, intranquilos, preocupados o tenemos miedo, podemos sentarnos a respirar y observar cómo esos fenómenos mentales se van calmando hasta que puedo ver el “fondo” con claridad.