Pobre rendimiento en la escuela: Cómo pueden ayudar los padres
“No importa cuánto estudio, es que no puedo entender nada sobre las matemáticas! Supongo que no debo ser inteligente, o medio tonto!”
Por lo menos uno de cada 5 estudiantes tendrá problemas a la hora de continuar con la escolarización, sobre todo en los primeros años de estudios secundarios (aunque esto se ve ahora frecuentemente en la escolarización primaria también). Estos defectos en la educación deben ser atendidos rápidamente, antes que afecten a la autoestima de los niños y jóvenes y provoquen daños irreparables en el desarrollo y una aversión al colegio, a veces irreversibles.
Mientras que la raíz del problema seguramente está ligado a la escuela, y nada más; una caída en el rendimiento escolar puede ser un llamado de atención para descartar alguno de los motivos que describiremos:
- Problemas físicos: Trastornos del sueño no diagnosticados, anemia, problemas tiroideos, problemas en la visión o la audición.
- Trastornos emocionales: Depresión (muy común en adolescentes), ansiedad, Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
- Trastornos del aprendizaje/o del desarrollo: Dislexias, Trastornos en el procesamiento sensorial auditivo central, TDAH.
- Uso de sustancias adictivas-Drogas: Una caída drástica en el rendimiento escolar puede ser el llamado de atención puntual de que un niño o adolescente ha caído en el consumo de alcohol o drogas ilícitas.
Lo que puedes hacer como padre
Descartar problemas médicos primero que nada:
- Visita con el clínico (pediatra)
- Visita con oftalmólogo (problemas con la visión)
- Visita con el ORL (problemas de audición)
- Visita con neurólogo ( si se sospechan problemas en el desarrollo neurológico)
- Consulta con psicólogo (detectar problemas de adaptación y de conducta)
- Consulta con psiquiatra ( si existen sospechas de depresión o ansiedad)
Háblale al adolescente. Después de todo él es el único conocedor de lo que pasa en el colegio. Pero esto debe ser una conversación no una confrontación. Hazle entender que estás de su lado y no en contra y que lo ayudarás a volver al buen camino.
“Cariño, esta es la cuarta prueba en la que suspendes. Mientras que tú siempre apruebas. Pasa algo en la escuela? Hay algo que te preocupa a tu alrededor? Hay algo que nos quieras contar? Estamos aquí para ayudarte”
Concerta una entrevista con los profesores. Aún los padres más comprometidos no se enteran de lo que pasa en la escuela. A veces, los adolescentes desenvuelven un carácter en la escuela que llevan ocultos en casa, o viceversa. Así que un maestro puede darnos una referencia más verdadera de lo que pasa allí acerca de los problemas que tiene el niño.
En los días previos a la entrevista con el profesor, anota todas las preguntas que quieras hacerle. Puede pasar que no te guste lo que te dicen en la entrevista. Trata de aceptar que , excepto en raras ocasiones, un comentario negativo no es un ataque contra la personalidad del joven ni sobre tu valor como padre. Si uno de los profesores te dice que tu hijo interrumpe o molesta con bromas inoportunas, al menos debes aceptar que debe haber algo cierto en ello.
Pregúntale si puede ser más específico y pregúntale por más detalles con amabilidad. Por ejemplo: “Me puedes dar un ejemplo de lo que hace?” Entonces manifiesta tu voluntad de colaborar y trabajar junto al maestro para solucionar esto. A lo mejor, puedes advertir a tu hijo que si sigue con esa conducta le costará algún castigo como suspender algún privilegio concedido.
Y puedes agregar “ Hemos pedido que el profesor nos llame cuando ocurran estas cosas”
Considearar contratar una ayuda fuera del horario escolar o algún tutor. Una ayuda de un tutor frente a frente con el niño puede hacer maravillas con un niño que desde hace un tiempo ha caído bruscamente en su rendimiento. El aprendizaje sin la presión del entorno puede solucionar el problema. Otra de las ventajas del tutor es que se “quita a los padres de las espaldas del estudiante”
Quejas crónicas de que se aburre en la escuela o que se siente agobiado puede significar que el adolescente no se encuentra en la vía de enseñanza correcta. Un estudiante que se la pasa bostezando en clase y que es el aplazado crónico quizás se vea beneficiado por una enseñanza más orientada a sus vocaciones.