La crianza por apego ha ido en aumento en las últimas dos décadas. Sus tres principios principales son: La lactancia materna prolongada, el co-lecho y el “llevar al bebé” todo el tiempo. En el que los bebés están unidos físicamente a sus padres con mochilas o cabestrillos.
Se llama crianza de apego, y su aumento en las últimas dos décadas ha ayudado a redefinir la relación moderna entre madre y bebé. El fin es criar niños más seguros de sí mismos y más tranquilos.
Si bien el concepto parece simple, los aspectos prácticos de la crianza de apego requieren una gran dedicación de parte de las madres. Los tres principios básicos son la lactancia (a veces niños pequeños), dormir juntos (llevar a los bebés a la cama de los padres o llevar una cuna al lado) y “llevar el bebé”, en el que los bebés están literalmente unidos a sus madres a través de cabestrillos. El dogma de la vinculación entre el padre y el bebé también dice que el lloriqueo de cada bebé es una súplica de ayuda y que a ningún bebé se le debe dejar llorar.
La crianza por apego dice que mientras más tiempo pasen los bebés en brazos de sus madres, mejores serán las posibilidades de que sean niños bien adaptados. Pero, a veces eso puede generar mucha angustia en madres ansiosas a entrar en pánico inducido por la culpa: que cualquier momento lejos de su bebé tendrá consecuencias negativas de por vida.
El debate y la ansiedad se han convertido en un ciclo que se auto-perpetúa. Entonces: es una forma de alentar a las madres y los bebés a formar vínculos amorosos, que la ciencia ha demostrado que es beneficiosa para la salud y el bienestar emocional a largo plazo? O es una forma de atar a las madres a sus hijos, cercenarles sus deseos más intimos y obligarlas a encerrarse en sus casas criando a sus hijos?
Quizás estos padres simplemente toman la crianza con apego demasiado literalmente.
Una vez vino a mi consulta una pareja de padres con su hijo de 18 meses. Un bebé precioso que no paraba de moverse, tocar todo y lloriquear. La madre lo sostenía en brazos sin poder controlarlo. Angustiada y ansiosa, repetía sin sesar que ella quería criar a su hijo siguiendo las enseñanzas del la “crianza con apego”; pero en realidad no había podido cumplir ninguno de los principios principales. El resultado: Dos padres angustiados y un niño con trastornos de conducta sin poder establecer un vínculo saludable.
Después de muchos años como pediatra puedo aconsejar sin culpa que: “es mejor dar un biberón con amor que una teta con angustia”.
Por lo tanto, un mensaje a madres : “Haz lo mejor que puedas con los recursos que tienes” y a los maridos: Obligar a las mamás a salir de la casa, reservarles una sesión de masajes para sus esposas y hacerse cargo de la paternidad para que ellas puedan descansar.