El Niño Tirano
Es cada vez más común ver a niños pequeños desafiando. Desafiando y burlándose de sus padres u otras figuras de autoridad. Lo preocupante es que estas actitudes parecen estar llegando a un extremo: los padres son maltratados por sus hijos. Estamos hablando del Síndrome del Pequeño Emperador, el niño tirano.
En la vida cotidiana, cada vez es más frecuente ver a los niños pegando a sus padres, insultándolos, burlándose de ellos y mucho más para obtener lo que quieren.
Lo más sorprendente es que mientras más actitudes tiránicas expresa el niño, mayor es el esfuerzo que hace el adulto a cargo para complacerlo. Un adulto abrumado por las exigencias de su hijo o hija termina sintiéndose culpable por no satisfacer sus deseos.
Se manifiesta generalmente a los 4 o 5 años, pero empieza a gestarse antes. Ya a los 2 años o antes, padres muy permisivos, que no saben poner límites o decir “NO”, facilitan la situación. En mi consulta es común ver a padres que no pueden controlar a sus hijos pequeños, dejando que éstos hagan lo que quieran. Mientras ellos no pueden controlarlos, sostenerlos, o ni siquiera vestirlos.
Luego son frecuentes las rabietas. Se tiran al suelo, gritando, en cualquier lugar en que estén para conseguir lo que quieren. Lo malo es que cuando lo consiguen seguirán pidiendo.
Características del Síndrome del Pequeño Emperador
En la raíz de la situación, podemos señalar algunas de las características del Síndrome del Pequeño Emperador o el “tirano infantil”:
Percepción exagerada de lo que le pertenece. No pide, exige; no está satisfecho con nada Cuando consigue lo que quiere, quiere aún más.
Baja tolerancia a la frustración, el aburrimiento o la negación de lo que ha solicitado. En estos casos, responde con rabietas, enojo, insultos o violencia frente a familiares y amigos, sin importar si están en público.
Muestra muy poca habilidad para resolver problemas. Está acostumbrado a que otros le resuelvan problemas.
Su egocentrismo le hace creer firmemente que el mundo gira alrededor de él.
Siempre encuentra una justificación para su comportamiento y culpa a los demás por lo que ha hecho.
Él no tiene empatía. Por lo tanto, no siente remordimientos cuando grita, amenaza o asalta físicamente.
Discute sobre las reglas y los castigos con sus padres, a los que llamará malos o injustos. Este aspecto lo beneficia, ya que los hace sentir mal y ceder ante él, ofreciéndole más privilegios.
No responde bien a las figuras de autoridad o normas sociales.
Tiene baja autoestima, pero esto está enmascarado por su comportamiento tiránico.
La mayor parte del tiempo está triste, ansioso, enojado, etc.
¿Cómo contrae un niño el síndrome del pequeño emperador?
Como mencionamos al principio, nos encontramos con más y más niños así. Pero ¿por qué el aumento de este fenómeno?
Además de la predisposición genética, parece que la responsabilidad reside principalmente en dos cosas: un estilo de crianza permisivo y la influencia de la sociedad.
La falta de límites claros hace que los niños crean, erróneamente, que tienen el derecho de hacer lo que quieran cuando quieran. Dentro de esa creencia, no son conscientes de que las recompensas requieren un esfuerzo previo y que deben respetar a los demás.
Por otro lado, no podemos ignorar la influencia de la sociedad consumista e individualista en que vivimos; ni la jornada laboral rígida que tienen la mayoría de los padres, que afecta el tiempo de calidad con sus hijos.
Un niño sano necesita límites claros
Si observamos todos estos factores combinados, podemos hacer una teoría de que los niños se acostumbran a no valorar las cosas y poner sus deseos inmediatos por encima de todo lo demás. Asimismo, los padres también terminan frustrados. Hagas lo que hagas, tu hijo no estará satisfecho.
Es llamativo que a veces la sugerencia de poner límites a un niño, o demostrar firmeza ante ellos, genera resistencia en los padres, que no reciben muy bien esta sugerencia. Allí y podemos ver el germen de esta situación.
Para criar niños fuertes, sanos y emocionalmente inteligentes, debemos establecer límites claros desde el principio. Es esencial que los niños experimenten cierto grado de frustración, para que puedan entender que el mundo requiere esfuerzo y respeto hacia los demás.
Dejar que el mundo gire alrededor de ellos les hace un mal servicio, porque un niño que no ha experimentado frustración es un niño con cierta debilidad.
En el futuro, tendrán problemas para manejar nuevas situaciones y resolver problemas porque descubrirán que la vida no se dobla a su voluntad. No todo es exactamente como quieren que sea.