Lavados nasales si o no?
Los lavados nasales se han puesto de moda desde hace unos años en la práctica diaria con los bebés y en niños pequeños. Y parecen ser parte de la higiene; a veces tan importante como bañarlos o limpiarles el culito. La cuestión es “sacarle los mocos”. Hasta en los recién nacidos se hacen de rutina como parte de la higiene diaria; como si el interior de la nariz también debiera ser “lavado”.
Dentro de la nariz habitan microbios de diverso tipo. Se llama “microbiota” a la flora de gérmenes que hay normalmente dentro de la nariz. También tenemos una flora en la boca, y en los intestinos. La nariz es la primer barrera que se encuentra el aire antes de entrar camino a los pulmones. Allí, el aire se calienta y se humedece, pero también se filtra. El moco de la nariz atrapa las partículas que vienen con el aire y los pelos de la nariz los transportan hacia afuera.
Todo este mecanismo funciona a la perfección. Temperatura, humedad, moco y microbios en conjunto y en equilibrio para defender el sistema respiratorio. Nuevos estudios demuestran que si alteramos el equilibrio de la “microbiota”, es decir de la flora nasal, los virus respiratorios pueden ser más agresivos y provocar más inflamación.
Cuando intentamos hacer “lavados” nasales, estamos alterando ese equilibrio.
Pero además la nariz esta en directa comunicación con los oídos, a través de la trompa de Eustaquio. Como lo muestra la figura más abajo, la inyección de líquidos (sueros salinos, sprays nasales, aspiraciones) mete agua y gérmenes de la nariz directamente en el oído medio, favoreciendo la producción de infecciones (otitis).
Por lo tanto, sólo se recomienda la instilación de 2 o 3 gotas de suero y aspiración cuando la nariz está obstruida por secreción mucosa que impide una correcta respiración. Tratando de no inyectar a presión un chorro de suero dentro de la nariz. Y sobre todo si el tapón mucoso es bien visible. Sobre todo en los más pequeños.