Los niños con mayor tiempo de exposición a la pantalla tienen un lenguaje expresivo más pobre y peor velocidad de procesamiento del lenguaje.
Un nuevo estudio que utiliza escáneres cerebrales sofisticados encontró una asociación entre el uso de la pantalla y el desarrollo del cerebro de los niños pequeños, especialmente en áreas relacionadas con el desarrollo del lenguaje, lo que refuerza los mensajes sobre cómo minimizar el tiempo de pantalla para los niños en edad preescolar. Este es el primer estudio que documenta una asociación entre un mayor tiempo de pantalla y estructura cerebral y habilidades relacionadas.
Se relacionó el tiempo frente a la pantalla con otras habilidades como medidas de lenguaje y alfabetización temprana.
Los investigadores también evaluaron cognitivamente a los niños. Los resultados de las pruebas cognitivas se correlacionaron bien con la exposición a la pantalla de los niños; los niños con mayor exposición a la pantalla tenían un lenguaje expresivo más pobre y peor en las pruebas de velocidad de procesamiento del lenguaje, como nombrar objetos rápidamente.
El mensaje en general es que las pantallas no son malas per se, pero no son una buena idea en este momento de la infancia. Son instrumentos tan poderosos y abarcadores que no pueden quedar en manos de bebés niños pequeños y pre-escolares.
Por lo tanto, esto no pretende decir que las pantallas son intrínsecamente venenosas ni culpar a los padres por permitirlas. Es una historia de advertencia sobre las formas en que el cerebro en desarrollo está formado por las experiencias, y sobre qué tipos de experiencias pueden ser más útiles y constructivas, y cómo los padres tienen las llaves de esas experiencias.
Así es como se relaciona con la idea de leer, así como jugar, contar historias, pasar tiempo al aire libre y todas las otras cosas que pueden llenar la vida de un niño pequeño.
Los niños pequeños necesitan “experiencias que refuercen las redes neuronales de manera mas sólida.
Las pantallas no pueden reemplazar la interacción con los mayores al hablar o jugar.
El cerebro joven tiene una característica maravillosa y es que está creciendo y cambiando todo el tiempo. Nada debería reemplazar a las experiencias de interaccionar, relacionarse y comprometerse con otros a su alrededor. El peligro de las pantallas es que éstas pueden hacer eso. Por lo tanto, debemos proceder con precaución cuando se trata de pantallas y niños pequeños.
El mensaje para los padres, una y otra vez, no debe ser si las pantallas son buenas o malas. El mensaje debe ser: en los primeros años, eres muy importante como padre, y una buena crianza de los hijos implica estar allí, interactuar, hablar, jugar, cantar, hacer y responder preguntas y, por supuesto, leer.
Los niños de esta edad necesitan experiencias humanas para que sus cerebros se desarrollen de manera óptima.
Extraído de The New York Time